Cicatrices queloideas
Los queloides son cicatrices gruesas que se desarrollan alrededor de los límites de la incisión o la herida. Suelen ser rojas o más oscuras que el color de la piel que las rodea. Se producen porque el cuerpo continúa produciendo colágeno una vez que la herida se ha curado.
Principalmente suelen aparecer en tronco, lóbulos de orejas y hombro. Y son más comunes en personas de piel oscura. La tendencia a desarrollar queloides disminuye con la edad.
Generalmente se tratan inyectando una medicación esteroidea directamente en el tejido cicatricial para reducir el enrojecimiento, el picor y la quemazón. En ocasiones, este procedimiento aplana la cicatriz.
Como los queloides suelen ser recurrentes, para prevenirlo se combina la remoción de la cicatriz con la inyección de esteroides u otras medidas. A veces es necesario llevar una prenda de presión o un apósito de silicona sobre la herida durante un año.
Cicatrices hipertróficas
Las cicatrices hipertróficas son similares a los queloides: gruesas, rojas y presentan una sobreelevación. Por lo general, mejoran espontáneamente aunque tras un largo periodo puede que sea necesario recurir a las inyecciones de esteroides.
La mejora quirúrgica es otra opción. Se extirpa la cicatriz y la incisión se cierra de modo que cicatrice de una forma menos visible.
Cicatrices faciales
Las cicatrices faciales se consideran un problema estético independientemente de su tipología. La técnica más utilizada es la resección y resutura de la misma.
Si la cicatriz está en una posición perpendicular respecto a los pliegues naturales de la piel, se reposiciona de modo que discurra paralelamente a estas líneas, y aquí será menos visible.
En otros casos las cicatrices faciales se abordan con dermoabrasión. Esta técnica consiste en la eliminación controlada de las capas superficiales de la piel con un rodillo adiamantado. Se consigue que la piel luzca más suave, pero no llega a eliminar del todo la cicatriz.
La anestesia empleada puede ser local o general, en función de la ubicación o extensión de la cicatriz.
Contracturas
En las quemaduras u otras heridas que implican la desaparición de mucha piel suele formarse una cicatriz que tira de los bordes de la piel en un proceso llamado contracción. Se origina así una contractura o brida que puede afectar a los músculos adyacentes y tendones, y restringir el movimiento normal de las articulaciones.
El proceso en estos casos, consiste en resecar la cicatriz y colocar un injerto de piel o colgajo. En ocasiones se usa una técnica llamada Z-plastia.
Igualmente, se emplea un método basado en la expansión tisular para conseguir más tejido y mejorar la contractura. Si la contractura es crónica o ha estado asentada durante un tiempo largo, puede necesitar fisioterapia después de la cirugía para restaurar la función.