Diagnóstico
El ortodoncista tiene que hacer una serie de pruebas antes de establecer qué actuaciones debe emprender.
Generalmente, se realiza una radiografía de toda la boca junto a otra que abarque la zona lateral del cráneo.
Se realizan también fotografías desde distintas perspectivas de la boca, y se usan unos moldes específicos para ver cómo es la mordida del paciente.
Es muy importante saber cuál es el engranaje de los dientes y ver el origen de la deformidad. Es posible que el tratamiento ortodóncico se tenga que complementar con otras actuaciones como extracción de piezas o algún procedimiento quirúrgico.
Tratamiento
Hay dos tipos de tratamientos dentro de la ortodoncia: interceptivos o correctivos.
Los interceptivos son de índole preventiva y tratan de evitar que las alteraciones existentes empeoren. Si en estos casos no se interviene la maloclusión puede ir a más.
Se emplean en problemas que surgen debido a malos hábitos y que afectan al crecimiento correcto de cara y maxilares. Por ello, se aplican a lo largo de la dentición mixta.
Los tratamientos correctivos son la segunda opción si los primeros no han resultado efectivos. Su principal objetivo es corregir definitivamente una maloclusión evidente.
Se emplean tres tipos de aparatos: funcionales, removibles y fijos.
Lo ideal es recurrir a este tipo de tratamientos entre los 10 y 12 años, pero también se pueden aplicar en la adolescencia o edad adulta. En cada caso, el ortodoncista determinará cuál es la mejor opción.